¿Que hay revolución?

No es de dudarse: Los pueblos que como el nuestro han vivido durante veinte años no pueden contemporizar con un estado de moralidad como el presente. 

El bien de la Patria, que es bien de todos, jamás ha sido el ideal constante de la mayor parte de nuestros hombres públicos; todos, con raras excepciones, han buscado en la política, el lucro personal y no inmortalizar su nombre administrando honradamente, como lo exige el patriotismo los intereses que les son encomendados; por eso, cuantas veces nuestros políticos permanecen algún tiempo sin medrar de nuestra hacienda los vemos enfadarse contra la autoridad constituida, sensurar sus actos por honrados que estos sean y terminar al fin, si no se les coloca prontamente por levantarse en armas protestando en nombre del derecho y la justicia y turbando la paz de la nación y la tranquilidad de las familias. 

Y es porque ninguna duda debemos abrigar respecto de los rumores que circulan; mucho de estos hombres hay que ayer despilfarraban, si recordar que había un mañana, el dinero de la hacienda, otros que cometían los más horrendos crímenes sin que pesara sobre ellos responsabilidad alguna, y estos hombres acostumbrados al vicio y a la matanza es imposible puedan de un momento a otro acostumbrarse a la vida honrada del trabajo y sentirse satisfechos en una época, en que como la presente, al lado de las más amplias libertades existe la más estricta justicia y en que desde el más alto funcionario hasta el más humilde ciudadano tienen derechos que ejercer, pero también deberes que cumplir. 

Sin embargo, no hay que temer por alta que sea la cifra a que alcancen estos malhechores, porque si es verdad que constituyen una mayoría considerable, no es también menos cierto, que carecen de prestigio, de elementos y la opinión pública, a protectora de las buenas causas, se levanta amenazadora contra ellos, convencido el país entero que este gobierno, mejor que ningún otro, es el llamado a mejorar la desconsoladora situación que atravesamos, obra de la falta de a honradez y patriotismo del pasado gobierno. A lo que debemos temer es a las fatales consecuencias que resultarían. 

Las arcas de la Nación están exhaustas, el crédito del país comprometido ya por ende la independencia amenazada.

¿Sería patriótico que en momentos en que nos amenazan tan gravísimos peligros provocásemos una lucha que no ha de redundar en provecho de unos ni de otros sino en favor del que nos intenta arrebatar la libertad, esa libertad conquistada a costa de sangre y sacrificios?
 

Pensadlo bien: de hombres libres pasaremos a ser esclavos, y la esclavitud, comprada o no, es cosa que sonroja, cosa que envilece.

Recordad ante todo que tenéis hijos, hijos a quienes debéis legar esta tierra independiente así como la recibimos de los héroes inmortales de Febrero, y que esos frutos de vuestras entrañas, pedazos de vuestros corazones, los conducís a esclavos que vivirán maldiciendo vuestros nombres.

Rasgad de vuestros ojos la tupida venda que os ha colocado el egoísmo, dejad que vuestros cerebros mediten libres de las alucinaciones de un interés servil y odioso y prontamente retrocedéis espantados ante la idea del crimen que vais a cometer.

¿No estáis aún satisfechos de haber dejado escombros nada más del hermoso edificio que se dió a vuestros cuidados? 

No juzguéis falsos los argumentos con que combato vuestras criminales aspiraciones: la verdad está  clara y evidente y el abismo donde se habrán de sepultar nuestras libertades está abierto a nuestros pies, su profundidad amedrenta el patriotismo, aniquila sus fuerzas y hace inútiles sus bellísimos propósitos.

Vuestra lucha será inútil, inútil en todos sentidos; porque así como la ola que se levanta impetuosa se encuentra con la arenosa playa que contiene su furor, vuestros esfuerzos, por más grandes que sean, tendrán por barra indestructible el patriotismo de cuantos dominicanos amen la libertad de este terruño. 

Nota: Este trabajo fue publicado bajo la pluma de Ramón Guzmán Pichardo (1873-1922) en "La Redención", de Santiago, "El Nuevo Régimen", diciembre 20 de 1899 y la revista Presencia Mocana lo reprodujo en su edición Número 1 del 31 de julio de 1978.

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