A que pueden conducir los rebotes médicos locales, ¡ojo!

En un país como el nuestro, repleto de injusticias, desigualdades sociales por doquier,  y desaprensiones de todo tipo, entre otros flagelos lastimosos que acosan la sociedad, cualquier actitud  retaliatoria pueblerina se torna previsible.

 

Se hace bastante notorio ya aquí, que la gente está cansada de los abusos en su contra, por lo que en cualquier momento podría estar presta a responder de la forma en que se hace con los insensatos, de manera agresiva e irracional por completo, haciendo honor al refrán popular aquel que reza: “que hasta la belleza cansa”.

 

Es obvio que, los procederes de los actores regentes entre nosotros, aposentados dentro de todos los sectores locales, políticos, estatales, judiciales, policiales, empresariales, etc., han rebosado la copa de la paciencia nacional generalizada, con sus acciones desaprensivas y burlonaspor lo que se viene haciendo previsible ya, el que la “bomba” pueda explotar en cualquier instante.

 

La lindura insoportable puesta en evidencia últimamente, a raíz del desplante médico que se hiciera a un héroe nacional, en un gesto que bien se puede considerar como impropio a todas luces, e inhumano por demás, a nivel de cualquier sociedad civilizada, ha dejado una vez más al descubierto el desamparo estatal, institucional particularizado, y hasta espiritual propiamente en que vive la sociedad dominicana. ¡Aquí lo congéneres no valen na’ para los regentes, máxime los del  pueblo de abajo!

 

Claro, se ha publicitado tanto en esta ocasión el asunto de los rebotes de pacientes con serios problemas de salud, que no tienen cuartos ni seguro médico, cuando son llevados a las salas de emergencia de los emporios asistenciales del orden, que manejan los empresarios locales de la salud, y demás dueños del pingüe negocio, politizado por demás, al igual que el sistema eléctrico nacional, por  tratarse de la figura envuelta, la de un héroe muy notable de esta Patria, el señor Claudio Caamaño.

 

Lamentablemente, sobre lo tratado aquí, hay mucha gente que no ha estado pensando, en lo que puede suceder a partir de lo expresado públicamente por la señora ministra de Salud en el país, Altagracia Guzmán, como el superintendente de Salud y Riesgos Laborales (Sisalril), y gerente General del Consejo Nacional de Seguridad Social (CNSS).

 

La primera por su parte señaló, entre otras cosas puntuales, “que se trata de un derecho fundamental de las personas contenido en la Constitución de la República y que además se trata de una obligación dispuesta por la Ley General  de Salud (42-01)”. Todo bajo el título “Advierten las clínicas están obligadas a brindar atención”.

 

De su lado, el segundo externó, amén de otras puntualizaciones: “Tenemos que acostumbrarnos a que las leyes, normas y reglamentos son para cumplirlas y que en ningún caso se debe justificar violar algunas de esas disposiciones en contra de los intereses y la vida de algún paciente”. (“Listín Diario”, edición del 29-3-16, página 4ª)

 

Callar la desfachatez en este caso, hubiera sido una desvergüenza más de las autoridades, como de los sectores relativos envueltos, tal de ordinario es lo que se estila al tratarse de un sin nombre, un desheredado de la fortuna. ¡Todos guardan silencio por completo, cuando es así! Los envalentonados médicos lo mandan para el carajo, y nada más se entera el afectado directo, o quienes le conducen al centro asistencial.

 

Ahora, reflexionado un poco sobre las precisiones hechas por ambos funcionarios competentes, procede asociarles con este innegable escenario de desigualdades e injusticias de todo orden en que vive el pueblo dominicano, y reparar sobre que, se está promoviendo en esta nación el que la gente se incline por tomarse la justicia por su propia mano, en este especial contexto también: el de lo servicios urgentes de salud negados, como frente a las altanerías e inconsciencia de los empresarios de la salud que nos gastamos.

 

No se puede ocultar más el grado de deterioro progresivo que acusa entre nosotros el estamento más importante que se tienepara elevar cualquier instancia reclamatoria de la índole que sea. Sí, de tanta trascendencia como lo es el Poder Judicial, y; asociar tal situación, como es de lugar, con el otro mal procederconcursante, la falta de ética y moralidad de los abogados que ejercen en este país, con excepciones que se pueden contar conlos dedos de una mano.

 

Pensando sosegadamente sobre lo que se trata, a nadie le asombraría ver, que el día menos pensado, en que a alguien le reboten a un enfermo, o accidentado de gravedad, en la sala de emergencias de un centro medico asistencial cualquiera, ante la carencia de cuartos para depositar de inmediato, o de un carnet de seguro médico, sabiendo que, por normativas legales es obligatorio recibirlo y prestarle la atención debida, a pesar de, se enfade ante la  negativa, la desatención, como la inconsciencia humana ostentada, y proceda en consecuencia: exigir bajo amenaza cual fuere, el ofrecimiento de los servicios médicos necesarios, sin importar posibilidades económicas limitantes. 

 

En ese sentido, y de portar un arma de fuego, u otra cualquiera,hale por la primera, de no ser correspondido, y les entre a tiros a los envalentonados galenos actuantes, o les lastimen físicamente,con lo que tenga disponible. ¡Se va a producir una desgracia, en el caso de una tozuda resistencia hacia lo asistencial facultativonecesario!  

 

¡Qué jamás se ponga en duda esa eventual ocurrencia! Siempre la desesperación es mala consejera. Cuando los hombres (general)se sienten acorralados e impotentes, y presionados por determinadas circunstancias, muy poco se piensa. Se actúa por impulsos irracionales.

 

¡Qué se trate de enmendar esa cuestión de los rebotes médicos! El buen juicio así lo aconseja.

 

Autor: Rolando Fernández

 

www.rfcaminemos.wordpress.com

 

 

 

Comentarios

Entradas populares de este blog

MESO MÓNICA

Francia no puede ser árbitro en nuestras relaciones con Haití

INCÓGNITAS