Donde los gallos relinchan
Minerva, la que fue a mi casa paterna a obtener la firma aprobatoria de mi abuelo para que apoyara la reelección de Rafael Trujillo y lo que sería la proclamación de 1955 como año del benefactor de la patria, quedó asombrada cuando el viejo le dijo que no lo haría. Entonces fue cuando la conversación entró en el terreno de las explicaciones y convencimiento a la joven mujer acerca de su abstención de firmar el documento, al tiempo que trataba de endulzar el oído de la dama con algunas cosas que no fueran a inducirla a hacer algún reporte que pudiera perjudicarle en los peores momentos de la dictadura y ser calificado como ¨desafecto¨ del régimen. Para esa época, se acostumbraba a recoger firmas de las personas para darle un carácter de plebiscito a la mayoría de las acciones importantes del tirano, pero las personas designadas para esos trabajos siempre eran escogidas en lugares muy distantes de los empadronados con fines de descartar desviaciones y "errores voluntarios"