Un recorrido por el Conde Peatonal

Esto parece una historia de pollos y gavilanes, de corderos y lobos o de encomendados y encomenderos. Las transformaciones que sufre una ciudad a través del tiempo son tan asombrosas que parecerían ser arrancadas de una de las narraciones de las mil y una noches. 

La calle El Conde, convertida en peatonal hace ya muchos años,  hoy ha degenerado en un centro de lúmpenes ambulantes ,  haciendo todo tipo de ofertas, legales e ilegales, a turistas y a cualquier otro transeúnte, sentando una tradición de atorrantes de proporciones incalculables. 

En el el tramo comprendido entre las calles José I. Reyes y Arz.  Meriño se evocan momentos inolvidables vividos en los famosos encuentros que se hacían en muchos lugares públicos como La Cafetera de Franco, el Bar del Hotel Comercial, el Sublime, el Baitoa, luego  convertido en Mouling Rouge y sus famosas molineras al estilo del Play Boy Club. 

Recordamos con agrado las notas musicales que salían del teclado de su piano bar, acariciado por las manos brujas de Babín Echavarria, Héctor Peña Nova (Diogenito), Benito Mercedes, Félix Valoy, Ignacio Guzmán (Ñaño) Faley y muchos habitués de ese exótico reducto que hacían galas de sus destrezas como verdaderos profesionales del arte de bien combinar los sonidos y el tiempo. Algunos cantantes famosos visitaban el lugar y se quedaban atados a ese instrumento por toda una noche. Generalmente eran aquellos que, como Aníbal de Peña y Julito Deschamps, cantaban y se auto acompañaban. Son incontables las ocurrencias de Moncho Amiama y su alter ego Frank González en ese afamado lugar, así como las improvisaciones al piano de Fefelo Castro, luego de agotar su jornada de trabajo en el Banco de Reservas de la Isabel la Católica. 

Nadie podrá olvidar otro refugio de asiduos tertulianos, artistas, poetas, escritores y jugadores de ajedrez, entre los que se destacaban los afamados periodistas Álvaro Arvelo, Miguel Guerrero y otros más. Era frecuente la presencia del ilustre Alberto Malagón, un destacado maestro de esa disciplina, exhaltado al Pabellón de la Fama del Deporte Dominicano. Así está el frente de la Cafetera hoy en día: 

Pintores de la categoría de Guillo Perez, Virgilio García, Daniel Henriquez, Dionisio Rodriguez y muchos más,  eran casi residentes en  la Cafetera. 

Una banca de apuestas a las jugadas hípicas era regenteada por un conocido empresario artístico de este siglo donde era posible probar la suerte con una inversión de tan solo RD$0.25, así como tomarse un sabroso café expreso por RD$0.05 o pedir que le agregaran leche para convertirlo en lo que hoy llaman "cortadito", definido para la época como "medio pollo ". Los precios de ahora son muy diferentes y no necesariamente son proporcionales a la devaluación sufrida por nuestro signo monetario.



Las opciones de compras en el Conde Peatonal no son muy variadas.  Casi todo está enmarcado dentro de un ámbito de atracción a turistas y viajeros con ofertas que no necesariamente representan nuestro arte y para muestras a continuación aparecen muchos botones:




Las mercancías de tipo artesanal que se coloca en el Conde Peatonal, tampoco refleja identidad alguna con el estilo dominicano. 

Mas adelante, otra demostración que no necesita de muchas explicaciones:

En la esquina formada con la calle Duarte, justo a la vista de los policías turísticos, un coche tirado por un caballo aparece estacionado y su cochero platicando con las personas que están a su alrededor. Imagínese quien lee,  los incidentes desagradables que puede ocasionar un solípedo cuando desata sus esfínteres para poder desalojar sus tripas y su vejiga de los desperdicios acumulados. 


Continuar hacia adelante hasta la calle Arzobispo Meriño significa encontrarse con el único acto que puede y debe considerarse como un atractivo de corte puramente dominicano. Uno de nuestros pintores trazando su obra en plena calle y a su lado una visitante extranjera replicándola. Una manera muy provocadora de  invitar la atención de los transeúntes y procurar difundir nuestro arte. 



Unos metros mas adelante vuelven a aparecer las obras "importadas" y algunas escenas de recuerdos del Conde auténtico, pero también de soledad y tristeza. 









Quizás, a quienes nos duele lo nuestro, podamos ver algún día,  un panorama diferente. 



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