IGLESIAS Y CODIGO (II)

En una reciente entrega sobre el tema de la especie, expusimos nuestras consideraciones basadas en asuntos puramente científicos y sin ningún tipo de pasión hacia sectores que han incidido en la decisión adoptada por el gobierno al promulgar el Código Penal que habrá de entrar en vigencia cuando se cumplan los requisitos previstos en el mismo.


Un amigo medico, que habiendo leído el artículo en cuestión, compartió algunas consideraciones conmigo, mientras disfrutábamos de un sabroso café. Este profesional de la medicina, tiene por especialidad una labor de mucha responsabilidad, cuando de cirujias de trata, ya que es quien administra y controla la parte relativa a la permanencia del paciente en estado de poder soportar los rigores del dolor y su conciencia frente a la labor del cirujano: Su trabajo es la anestesiología.


Me cuenta que ha asistido a todo tipo de cirujias y por tanto, su experiencia, es quizás tan amplia como la de cualquier otro especialista. En esa virtud, trabajando en hospitales públicos ha podido asistir a múltiples casos de cesáreas exitosas o no, pero recuerda un caso muy especial que hace trepidar a cualquiera por lo dramático del mismo: Anencefalia.



Es un caso que anula toda posibilidad de éxito a un embarazo, ya que, se trata de un producto que se desarrolla en el vientre materno, pero es carente de masa encefálica y crece mientras se desarrolla el embarazo, pero al nacer, solamente vive por unas cuantas horas.


La ciencia no tiene explicación concreta sobre este fenómeno ya que se atribuye a diversas causas, entre ellas carencias de alimentación apropiada, falta de ácido fólico y hasta influencia de elementos tóxicos contenidos en fertilizantes y otras razones mas. Sin embargo, durante el desarrollo del embarazo es posible detectar la anormalidad con tiempo y evitar el riesgo de que una madre se vea precisada a alumbrar semejante criatura.


¿En casos como el que acabamos de describir es donde las iglesias siguen insistiendo en contra del aborto? 

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