BULLYING (Segunda parte)



"Quien se enfada por las críticas, reconoce que las tenía merecidas". 
Tácito



En una etapa de nuestra existencia, antes de que fuera patentizado el Prozac, nuestros padres eran unos expertos en consolar a los hijos acosados en las escuelas y lugares públicos con la enseñanza de brillantes respuestas a quienes usaban términos que pudieran ofender a sus hijos con expresiones como éstas:

- Miguelito o Josesito el cacú, a quienes querían denostar por tener la cabeza grande, su madre le decía que eso era una señal de ser inteligente. Con eso se consolada y esa sería la respuesta a quien se lo dijera en lo adelante y sin ningún tipo de indignación.

- Benita o Juliana la tetúa, a quienes peinaban con cuatro trenzas pequeñas  amarradas con  tiritas rojas para ir a la escuela le decían "María Moñito". La respuesta ensayada era "esa es la moda, y lo que está de moda no incomoda". 







La indicación de fármacos para tratar ciertos padecimientos que tienen soluciones al alcance del consejo de un familiar cercano con buenas intenciones es una opción inducida por la industria farmacéutica con fines puramente mercuriales. 

Todo indica claramente que la psicoterapia es el mejor tratamiento que puede recibir un joven en edad escolar para hablar de sus sentimientos y preocupaciones como forma eficaz para aprender a enfrentar las situaciones que se le presentan en el día a día. 

Sin embargo, la eficacia de los tratamientos que se dan en ciertos centros de estudio o en consultas externas es cuestionable desde, algunos puntos de vista, ya sea por falta de consistencia o porque el paciente no recibe  suficiente orientación previo a la consulta.  

En muchos casos, "lo mandan al sicólogo del colegio porque se porta mal" y desde que el resto del grupo se entera empiezan los motivos para el "bullying".  Ese tipo de comportamiento tiene su origen en el seno familiar y solamente un buen sicoterapeuta puede analizarlo y hacer las recomendaciones pertinentes en cada caso, lo cual nunca será un medicamento que modifique la conducta a base de compuestos químicos que alteran su estado anímico y sus efectos secundarios puedan ser fatales.  

Es muy importante, en principio,  la denominada terapia cognitiva, cuando se nota un comportamiento extraño en un joven porque tiene la oportunidad de aprender a razonar sobre lo que le puede estar afectando y conocería sus síntomas  así como la forma de enfrentar las consecuencias de esos indicios. En caso de ser necesario, el sicoterapeuta decidirá si tiene que recurrir o no a la terapia familiar o de grupo.  







    
    

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