Los eslabones perdidos

Si vivieramos en una sociedad donde fuera posible lograr los objetivos sin tropiezos, podríamos dedicar nuestras energías a cuestiones tan sencillas como mantener y mejorar la calidad de vida, para bien de cada ciudadano. 

Pero no es así. Desde que vemos la luz del sol cada mañana estamos en presencia de cosas inconcebibles, que no tienen arreglo o que serán muy difícil de corregir en el ciclo de existencia de cualquier generación. 

No es necesario hacer mucho esfuerzo
para poner ejemplos. Basta tomar un diario en nuestras manos y ahí estará el retrato de nuestra sociedad: 
-Corrupción en todas sus manifestaciones. 
-Privilegios irritantes para determinadas clases y tolerancia a la impunidad. 
-Asesinatos por cualquier motivo. 
-Accidentes de tránsito y conductores analfabetos sin licencia. 
-Muertes por crisis en sistemas de salud
-Ministerios que no tienen razón de existir. 
-Predicadores  religiosos que esquilman los creyentes para su enriquecimiento personal. 
-Juegos de Azar sin regulación. 
-Negocios ambulantes sin controles de ningún tipo. 
-Utilización de los sistemas de pago para movilizar dinero de dudosa procedencia. 
-Contrabando y falsificación de medicamentos, bebidas alcohólicas, vestimentas, aromas, etc. 
 
En realidad, la lista es interminable y hay que concluir con que las autoridades encargadas de aplicar las leyes no hacen su trabajo para no tener que ganarse el "odio" de la sociedad y perder votos en las elecciones. ¡Eso también es una forma de corrupción! 

Nuestra sociedad es tan tolerante que hasta nos colocan una insultante valla en el corazón de la ciudad primada de América, como ésta: 

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