Alimentos y Bebidas

Cuando se habla de alimentos y bebidas, piensan algunos, que son dos cosas diferentes, pero, en realidad es lo mismo. Lo que el lenguaje de la cotidianidad convierte en costumbre nunca termina y la sociedad lo admite como si fuera algo intrascendente y hasta correcto. En otras palabras, se convierte en ley.

En recorridos por diversas regiones de nuestro país, nos hemos encontrado con muchas cosas que son consideradas como tales, pero carecen de todo tipo de requisito para que puedan catalogarse dentro de un parámetro aceptable como forma de alimentar a un ser humano que necesita de nutrientes para su existencia y, sobre todo, para contar con las energías necesarias para ser productivo. Es conocido el sonado caso de los salames y todos los esfuerzos desplegados por Proconsumidor para lograr un consenso entre los productores.

Tratándose de industriales registrados en los organismos oficiales del país, quizás nadie piensa que sus productos adolecen de la mayoría de las cosas que aparecen en su etiqueta. Imagínese el lector cuando se trata de productos elaborados en los patios de algunas casas o en las aceras de nuestros barrios. 

No hay dudas de que existen alimentos que cumplen con las normas de calidad, pero los que se venden por las calles son un gran peligro para la población. 



Al comprobarse que existe un alto indice de obesidad y anemia, el Ministerio de Salud Pública está en vías de poner en ejecución el denominado Plan Estratégico Nacional de Nutrición con fines de atacar estos males en niños y mujeres embarazadas. Aunque creemos que estas estadísticas se quedan cortas, el Ministerio afirma que el 28% de los infantes, el 32% de las mujeres en estado de gestación y el 30% de las que están en edad reproductiva, padece de anemia. 

Se afirma además, que el 6.5% de los menores de edad son obesos y el 29% de las mujeres también lo son, siendo esta situación un grave problema para la salud, ya que son la antesala de la aparición de enfermedades crónicas. Parece ser que lo más importante del plan es la vigilancia nutricional de los dominicanos, un país que carece de todo tipo de cultura en esa materia, ya que, por tradición lo importante siempre ha sido llenar la barriga, sin importar mucho lo que se ingiere.  De ahí viene el dicho de que a barriga jarta, corazón contento.


Hoy en día están de moda los centros "chicharroniles", luego de haberse agotado una serie de fiebres "alimentarias" tales como, chimichurris, empanadas, parrilladas ambulantes, vendedores de maíz y huevos sancochados, maniseros con latas llenas de carbon encendido haciendo maniobras para que las chispas sirvieran de decoración en la obscuridad, como una especie de arbolito de navidad en movimiento.  

También existen puestos de venta de pescados y mariscos con alto contenido de contaminación provocado por falta refrigeración o por ser atacado por moscas y otros insectos transmisores de enfermedades, como se ilustra a continuación. 

Ha quedado demostrado que la anemia y la obesidad andan juntas. El Ministerio de Salud Pública tendrá que hilar muy fino para llegar a resultados cuando menos regularmente satisfactorios y hasta tener que usar la acción pública en contra de una serie de vendedores ambulantes que son un peligro para la salud. 

También será necesario intervenir cientos de centros de venta de comida chatarra hecha sin tomar en cuenta ningún tipo de parámetro para su elaboración, ya que actualmente no existen. 

Hay comidas cuyo sabor se destaca a base de condimentos especiales y recetas personales desarrolladas por ciertos "expertos culinarios", cuyas formulas no están registradas en ningún laboratorio nacional de control de producción alimentaria. Es aterrador ver ciertos vendedores de jugos elaborados por ellos mismos, envasados en recipientes plásticos llenos de mugre y puestos a disposición del público en vasos con hielo, cuya procedencia no se conoce. 

En muchos casos, la especialidad del vendedor es la producción de habichuelas con dulce, cuyo proceso de elaboración sin control, pone a pensar a cualquiera sobre la forma en que ese producto se prepara en casa, pero que quien la compra, ni le pasa por la mente algo igual.  

La comida ha servido de base para la propaganda politica y hace mucho tiempo se decía que si determinado candidato llegaba al poder todos estarían "gordos y colorados", mientras que le llamaban "comesolos" a aquellos que no regalaban alimentos al pueblo, lo que fue aprovechado por otros para repartir salchichón, pollos y hasta dinero lanzándolos al aire para que la gente hambrienta lo recogiera.

Hasta ahora, nadie que haya llegado al poder ha establecido controles de calidad absolutos sobre la producción alimenticia y quien ha intentado hacerlo ha recibido muchos reveses ante las agresiones de sectores interesados en seguir como "chivos sin ley".





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